La experiencia y el compromiso del penalista.
La aportación necesaria del penalista en equipos multidisciplinares


En los últimos años se ha producido una expansión del derecho penal a todos los ámbitos de la vida de las empresas y de las personas.

Calero Martínez ofrece un modelo de trabajo que combina el compromiso personal y el trabajo en equipo para ofrecer una respuesta eficaz, ágil y flexible en  procedimientos penales complejos de todo tipo.

El penalista debe asumir la dirección junto a fiscalistas, auditores, laboralistas, administrativistas de confianza que  puedan conformar un equipo multidisciplinar de trabajo capaz de responder satisfactoriamente las necesidades del cliente enfrentado a un problema penal.

Jose Maria Calero Martínez y su equipo ofrece como valor añadido  una acreditada destreza en la más prudente y  adecuada gestión mediática del asunto.

Reflexiones

El derecho penal es otra cosa; el penalista es un abogado que requiere una condición humana, una actitud y una disposición frente al cliente que va mucho más allá del mero asesor o consultor. En los asuntos penales el abogado acompaña a la persona en los momentos más difíciles de su vida. Después del hospital, el juzgado de guardia o la comisaria son las estancias en donde el ciudadano ve que todo a su alrededor se tambalea. Al penalista el cliente le pide consejo, pero también ayuda. Tiene que ser psicólogo, transmitir serenidad, dar seguridad en la travesía de ese túnel del terror, de esa pesadilla que es para un ciudadano normal es un proceso penal.”


Ningún abogado es el mejor antes de ponerse a estudiar el asunto. Cada día serás lo bueno que la preparación de tus actuaciones te asegure. Cada juicio, cada escrito y cada intervención requieren de preparación y estudio. Cada día partes de cero y te juegas tu prestigio profesional.”


En nuestros juzgados, en nuestra cultura jurídica, el detenido o el investigado tiene sobre su cabeza la presunción de culpabilidad. Esa es la realidad. La defensa tiene que revertir ese prejuicio contrario que aunque sea una aberración desde el punto de vista teórico y de acuerdo con los principios constitucionales, es una innegable realidad en nuestros juzgados y comisarias”.


No creo que los argumentos que sirvan a la defensa deban dejarse para el juicio. Esa idea de las películas en las que en el último momento el juicio da un vuelco no se corresponde con la realidad. Desde el minuto uno del procedimiento, desde la primera declaración, empieza el juicio y debes defenderte con todos los argumentos que tengas. Si los guardas, llegas al juicio vencido y cuando los esgrimas te peguntarán con razón por qué no los utilizaste antes.”


“La opción de acogerse al derecho a no declarar es en la mayoría de las ocasiones la más inteligente. Si el investigado declara algo en su contra el juez o el policía que interrogan piensan que están consiguiendo que diga la verdad por su habilidad y experiencia; si dice algo que le beneficia, piensan que sabe mentir muy bien. Lo más frecuente es que solo crean lo que dice el investigado si le perjudica. La realidad es que un elevado tanto por ciento de sentencia condenatorias se basan en lo que el acusado ha manifestado”.


Es verdad que muchos jueces resuelven por meras intuiciones y se dejan llevar por filias o fobias con el acusado o con su abogado. Es verdad que muchos jueces no se enteran y se resguardan en el paraguas del escrito de acusación del Fiscal. Pero es imposible hacer una buena defensa si no crees que el juez que va a decidir sobre la vida y la hacienda de tu cliente lo hará conforme a criterios jurídicos, técnicos, objetivos y que va a dar un fundamento serio a su sentencia”.


El gran dilema es qué hacer cuanto la otra parte juega sucio y el tribunal lo consiente. La defensa entonces tiene que adaptarse al campo embarrado. El abogado tiene que saber defender a su cliente en este mundo, no en el mundo ideal y perfecto que no existe. El límite lo fija el juez o la consecución del objetivo. Este lado oscuro de la profesión existe y hay que saber manejarlo.”